Lo que hay detrás

Hoy no tenía pensado escribir, porque lo hice hace poco en un sentido muy diferente y porque tengo alguna tarea pendiente, pero a veces hay que dejar fluir. Aún así, mi entrada será corta porque básicamente quiero dejar alguna reflexión y un par de recomendaciones. En estas recomendaciones podéis encontrar algo de lo que pienso y me parece importante replantearse si queremos construir una sociedad algo mejor. 


Como todas las mañanas, me dedico a leer algo de prensa y escuchar algún que otro podcast de temática diversa. Entre ellos está el programa Carne Cruda, presentado por Javier Gallego (con quien comparto la dedicación a la percusión, batería en su caso). Me gusta que en su programa puedes encontrar una amplia variedad de temas y, te guste o no, te hace pensar. Y eso es lo que hoy me ha ocurrido. Más bien, en el programa que os voy a recomendar se pone negro sobre blanco algo que ronda mi cabeza desde hace mucho tiempo y me hace dudar de muchas de las cosas que nos bombardean a diario. Por si no queréis aburriros mucho leyéndome, os dejo en primer lugar el enlace al programa que os comento:




En este programa viene a sintetizar -además de presentar- lo que Jon Illescas relata en su libro "La dictadura del videoclip". Escuchándolo me venía continuamente a la cabeza algo que veo a mi alrededor constantemente y no me gusta. Hoy en en día recibimos constantemente mensajes sobre educación y valores, sobre cómo deberíamos actuar las personas, y uno de los temas principales es el feminismo. Cuando se me ocurre salir a tomar algo por ahí o, incluso cualquier día tomando un café por la mañana, escucho un montón de canciones horribles que, más allá de su dudosa calidad musical, transmiten mensajes que van en dirección opuesta a esos valores a los que me refiero. No puedo entender que hablemos de respeto hacia la mujer y un alto porcentaje de la música que se escucha de manera machacona trate a la mujer como mero objeto. Por supuesto, para ir compensando, cada vez se cosifica más la figura masculina, en lugar de dejar de hacer ésto con la femenina. No se trata de censurar nada, pero quizás sí de generar un espíritu crítico que al final no permita que nos manipulen y que al final seamos como perros de Paulov a los que por un lado les dicen que respetemos a la mujer, y por el otro nos digan que vayamos a "perrear" con ellas porque eso les gusta.

Ningún mensaje transmitido en esas canciones y a través de los medios es inocente. Casi todo está premeditado desde altas esferas para conseguir manipularnos y que sigamos alimentando un deseo estéril de felicidad, muchas veces basada en la negación del otro, en la falta de empatía y en la búsqueda contínua del yo -véase un anuncio que habla del "yoísmo"-. No hace falta decir que, tratando de no ser conspiranoicos, uno de lo principales objetivos es llenar los bolsillos de los que ya los tienen a rebosar. Desde luego que la libertad de expresión y artística debe prevalecer, pero precisamente no es lo que reina en la industria de la música más popular. A los artistas se les dirige para que transmitan unos mensajes determinados, para que ayuden a mantenernos adormecidos y sin plantearnos nada. Quien ose crear un mensaje alternativo se verá condenado a los circuitos alternativos, con todo lo que ello conlleva. Pero nosotros podemos crear un espíritu crítico. No me vale con la idea de que sales de fiesta y/o te tomas ese café a media mañana y tienes una televisión gigantesca con vídeos hipersexualizados y tú estás a lo tuyo; no estás pendiente de lo que dicen. El mensaje cala, como el sirimiri o "calabobos", y poco a poco se va impregnando en lo más profundo de nuestro cerebro hasta que al final aceptamos cosas que representan lo más inmoral del ser humano. A continuación os dejo otro enlace a la entrada del blog del autor del libro en el que podéis encontrar más información al respecto.


Y ya para finalizar, creo que desde las instituciones se debería luchar un poco más para no gastar un montón de fondos públicos en campañas casi estériles que se ven ampliamente neutralizadas por un mercado que de libre no tiene nada. No elegimos la canción que nos gusta, sino aquella que suena una y otra vez en todo tipo de medios. Ya no nos importa la calidad musical, y mucho menos el posible mensaje que transmite. Otro ejemplo de esto podéis encontrarlo en un capítulo de los Simpson donde Bart, Nelson, Milhaus y Ralph son "reclutados" por un productor musical para crear un grupo al más puro estilo N'Sync, llamado New Kids on the Blecch (Los nuevos chico del "puaf"). En este capítulo, además de altas dosis de "Autotune", las letras esconden un montón de mensajes manipuladores que sólo la genial Lisa es capaz de descifrar. Y, como ya se sabe que la realidad suele superar a la ficción con creces, no nos queda más remedio que ahondar en nuestro espíritu crítico y no tragarnos aquello que nos meten a calzador. De lo contrario llegaremos a un futuro en el que la pregunta será la de siempre: ¿Cómo hemos podido llegar a esto? A continuación os dejo un enlace al libro en Amazon por si os apetece comprarlo.

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