Entornos y trayectorias

Ya sé que hoy no es un día muy habitual para escribir, y menos aún para el tema que voy a abordar, pero la inspiración viene cuando viene, y no se le puede cerrar la puerta. Aparte de desearos a todos un muy feliz año nuevo, espero que las palabras que hoy escribo os sirvan como fuente de motivación para tener un año en el que consigáis todo aquello que os propongáis, y es que de eso quiero hablaros. A pesar de que es un tema ya recurrente en mi blog, por más veces que se diga, creo que no está de más repetirlo, ya que la motivación, la fuerza interior, las ganas de conseguir cosas a menudo escasean hoy en día y, sin caer en tópicos baratos, es importante que no perdamos la ilusión y las ganas de seguir construyendo día a día un mundo un poquito mejor.


Después de la perorata inicial, quiero explicaros que ésta entrada viene motivada por mi asistencia al concierto que un ex-alumno, amigo, gran músico e increíble persona dio en su localidad de origen. Éste no es otro que Alfonso Matesanz Vírseda y su concierto tuvo lugar en Cantalejo -también conocido como Vilorio sierte-. Tan espectacular fue la acogida que se vio obligado a repetir el concierto al día siguiente. Por supuesto no hace falta que os haga una crítica del concierto, entre otras cosas porque sobra decir que estuvo espectacular en todos los aspectos. También sobra la crítica porque entre mis preferencias suele estar acudir a los conciertos a disfrutar. Lo que realmente ocurría durante y después de escuchar y ver su gran interpretación es que se me venían un montón de reflexiones a la cabeza que intentaré sintetizar en este escrito que apenas puede resumir todo lo que pensaba mientras le escuchaba tocar y hablar. Y precisamente ahí es donde está la clave de mis reflexiones, que pueden ayudarnos a comprender mucho mejor todo lo que ocurre en nuestro entorno y cómo todo lo que nos rodea influye enormemente en la interpretación y hace llegar al público mucho más que secuencias de notas y silencios, a menudo sólo con sentido meramente analítico y que tan fríos nos deja en muchas ocasiones.


Quiero hacer especial hincapié precisamente en los pequeños discursos que Alfonso utilizó para introducir cada una de las obras. En ellos hacía una breve explicación de lo que iba a interpretar, pero sobre todo quiso poner énfasis en las dedicatorias. Sí, quizás el público erudito prefiera algo más formal y concreto, pero lo que él hizo fue relatar cómo la interpretación de cada obra le hace recordar a personas y momentos importantes en su vida. Es una visión un tanto diferente a la hora de explicar un concierto, pero no por ello es menos importante tratar de hacer saber al público dónde están nuestras inspiraciones. Por supuesto, este tipo de motivaciones durante la interpretación contribuyen a crear un entorno emocional a menudo muy propicio para que la ejecución gane muchos enteros y transmita mucho más al auditorio. Es imposible salir a un escenario y conseguir dejar entre bambalinas nuestra vida al margen de la música. Es más; corremos el grave riesgo de que nuestra interpretación se quede vacía y se convierta en una ejecución mecánica digna de una inteligencia artificial, y precisamente eso es lo que tenemos que evitar si no queremos que los robots acaben quitándonos también los trabajos artísticos.

Y expuesto todo lo anterior, llega el momento de explicar la importancia que tiene el entorno en el que nos movemos, nos criamos, crecemos y hacemos todo lo que el devenir de la vida nos va poniendo delante. Al escuchar las presentaciones de las obras no podía evitar darme cuenta de cómo, incluso por casualidad, hay montones de momentos que han ido marcando la trayectoria de cada persona. Cada pequeño hito es como una boya en medio del mar que nos va marcando que vamos en el rumbo correcto, y a veces las pequeñas decisiones acaban marcando nuestro futuro de manera muy decisiva. Una simple palabra, un gesto o una experiencia, pero también un trabajo contínuo por nuestra parte, la contribución de familiares, amigos, compañeros y/o profesores, van haciendo que nuestro entorno se configure de una manera determinada. Y de ahí también la importancia de que nosotros sepamos aprovechar todos estos pequeños detalles a nuestro favor y, sobre todo, crear una trayectoria de vida que nos ayude a conseguir nuestras metas. Es importante señalar que esas metas deben ser siempre honestas con nosotros mismos y con los demás. Y por supuesto, que esas metas nos hagan ser felices con lo que hacemos, porque ese es el mayor objetivo a conseguir en la vida.

Como conclusión, me gustaría reseñar esos momentos en los que Alfonso hablaba del orgullo que sentía de ese entorno que le ha rodeado en su vida y del orgullo que sentimos algunas personas al verle en tan alto nivel de excelencia interpretativa. Creo que ese orgullo bien entendido no es si no el resultado de las cosas bien hechas y la satisfacción de saber que has contribuido a que una persona sea feliz, lo cual a su vez ejerce un efecto de retroalimentación -feedback, que mola más- cuando tienes la suerte de disfrutar del resultado. Estoy seguro de que Alfonso podría haber conseguido grandes cosas en cualquier caso, pero no me cabe duda de que sin esos grandes amigos, esa familia estupenda, esos enormes compañeros y una extraordinaria compañera no habría sido lo mismo. Y por ello y para cerrar, una vez más recuerdo la importancia de no sólo tratar de buscar entornos que nos ayuden, si no de lo contrario; y con esto me refiero a ser ese entorno favorable que ayude a los demás a conseguir sus metas. Para mí, éste es uno de los pilares fundamentales de la felicidad, y recoger los frutos es una sensación difícil de describir. Aprovecho para recomendaros otra entrada que escribí en la que hablo de la importancia de ésta contribución a la vida de los demás. En ella viene un pequeño vídeo que me parece que vendría bien escuchar de vez en cuando.


Y os dejo también el enlace al vídeo sobre el efecto pigmalión:


¡ENHORABUENA, ALFONSO! ERES UN GRANDE Y CONSEGUIRÁS COSAS INCREÍBLES.



Comentarios

Entradas populares