Triscaidecafobia

Sí, el título está escrito para llamar la atención. Realmente no voy a hablar de la fobia irracional al número trece, pero hay una cierta relación con la temática de esta entrada. A parte, también advertir que hablaré de algo diferente a lo que suelo escribir y que todo lo volcado hoy aquí es fruto de reflexiones intrascendentes en unos de esos pocos días en los que un mínimo de ocio permite divagar por terrenos extraños sin tratar de encontrar grandes respuestas a los problemas de la vida.

Al hilo de diversas cuestiones sobre las que uno se interesa de vez en cuando y conectando ideas matemáticas con otras más de tipo organizativo, te vienen a la mente ideas un poco locas. Aquellos que me conocen saben que, a través de compositores como Béla Bartók y su uso de las matemáticas, tengo un relativo interés por la serie de Fibonacci, número áureo, fractales y otras teorías que están más que demostradas en la naturaleza. Resumo lo que conozco de la citada serie:

Empezando por el número 1, le sumamos otro 1, lo cual nos da como resultado el número 2; al 2 le sumanos el 1 y nos da 3; al 3 le sumanos el 2 y nos da 5, 5 + 3 = 8, y así sucesivamente; la serie sería 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, etcétera. Si cada número lo dividimos por el anterior, cuanto más aumenta la serie, el resultado se aproxima cada vez más a 1'61803398..., que no es ni más ni menos que el número áureo. Tanto la serie como el famoso numerito están muy presentes en montones de elementos de la naturaleza, así como en creaciones humanas dotadas de gran belleza.

Pues bien; haciendo mis cálculos se me ocurría pensar que, si dividimos los 365 días de un año normal, podríamos hacer 13 divisiones de 28 días. Lo cual tendría una curiosa función práctica, ya que todos los meses serían iguales, con 4 semanas de 7 días, lo cual haría coincidir nuestro calendario con, por ejemplo, los ciclos lunares. Esto ayudaría a resolver ciertos problemas a nivel organizativo, tanto a nivel profesional, como personal -por ejemplo para los calendarios biológicos femeninos-. Ya sé que me sobra un día al año, pero tampoco pasaría nada si contamos el 1 de enero como día 0 del año, ya que a efectos prácticos tampoco es un día que mucha gente aproveche para poco más que dormir. Efectivamente, cada 4 años habría que añadir otro día más y seguir cumpliendo con los bisiestos para hacer coincidir el movimiento de traslación de la tierra. Ese día podría añadirse al mes central del año para compensar.

Esto también está relacionado con la cuestión astronómica, ya que está demostrado que las constelaciones que se encuentran en la línea del zodiaco son 13, habiéndose obviado sistemáticamente la de Ofiuco, que se encuentra ubicada entre Escorpio y Sagitario, lo cual daría aún más sentido a esta reorganización cronológica. Sé que a mucha gente lo del número 13 le da bastante miedo, pero es una mera cuestión de superstición, al igual que los orientales evitan el número 4. Pero siguiendo la serie de Fibonacci nos damos cuenta de que el 13 es un número fantástico. Dicho todo esto, quiero reseñar que este texto no es más que una reflexión sin trascendencia por si sirve de idea para alguien. Tema a parte sería elegir el nombre de ese mes número 13, que se podría someter a votación mundial -como se ha hecho con el nombre de algunas constelaciones-. Y sobre todo, espero que os haya ayudado a sonreír un rato, y deseo que haber leído tantas veces el número 13 os traiga una suerte increíble para 2017. 

P.D.: Si os habéis fijado, todas las entradas de mi blog tienen 5 párrafos, que es otro número de la serie de Fibonacci (ésta post data no cuenta, jeje).


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