Personas

Últimamente me ha dado por pensar en la importancia de valorar a las personas que tenemos a nuestro alrededor, la importancia de cuidarlas y la prevalencia que deben tener sobre nuestros proyectos personales. Hablando y escuchando diversos testimonios vitales, cada uno con su historia particular, me he dado cuenta de cómo se toman decisiones completamente diferentes en situaciones similares y, en casi todos los casos, las mejores de ellas son las que tienen que ver más con la persona que con los anhelos individuales. Es complejo explicarlo, pero trataré de ser algo más explícito. 

Como alguna vez he hecho constar en entradas anteriores de este blog (Egoismo y altruismo), a veces optar por el altruismo es una manera de egoísmo, porque nos acaba beneficiando. Es decir, que si renunciamos a un beneficio inmediato a nuestro favor, en ocasiones acabamos recibiendo una recompensar mucho mayor a posteriori. Y esto radica en que cuando el beneficio es mayor para todos, al final también es mejor para uno mismo. Véase como ejemplo el trabajo en pos de la igualdad -de cualquier naturaleza, sea ésta entre sexos, razas, nacionalidades, etc.-. No puedo imaginar qué beneficios pueden hallar algunos individuos en sociedades discriminatorias. Creo firmemente que todos salimos ganando cuando la igualdad está garantizada.

Respecto a lo que antes he llamado "proyectos", suele ocurrir que tenemos anhelos y pretensiones de diferente índole a lo largo de nuestra vida en las que, inevitablemente, tendremos personas a nuestro lado que nos acompañarán en el camino. A la hora de "elegir" a esas personas, solemos buscar a aquellas que persiguen un propósito similar o cuya idoneidad se valora en función del apego a la "idea" más que el valor intrínseco de la persona. Con esto quiero decir que se suele "descartar" a personas porque no comparten nuestras intenciones y valoramos o nos acercamos más a quienes "se suben a nuestro carro". Para mí, a veces ahí está la base del error y en aspectos como la política este tipo de decisiones terminan provocando problemas bastante graves.

Para ilustrar lo anterior pondré el ejemplo de esos amigos de toda la vida, a los que tendríamos a nuestro lado en cualquier circunstancia, y nos olvidamos de ellos en favor de las personas que tenemos "más a mano". También nos podría valer el ejemplo de esa persona con la que compartiríamos nuestra vida porque la admiramos profundamente pero, bien por miedos ocultos o porque hay algún aspecto de su pensamiento que no se adecua perfectamente a nuestros deseos, preferimos "sustituirla" por alguien más afín a nosotros.

Ni qué decir tiene que las actitudes reflejadas en estos ejemplos contribuyen a crear las famosas cámaras de eco por las cuales empobrecemos nuestro pensamiento al no escuchar opiniones diferentes a la nuestra. Deberíamos buscar más a quien nos enriquezca con sus conocimientos o actitudes y nos haga reflexionar para que acabemos siendo mejores. Además, creo que valorar a nuestros semejantes por lo que realmente son, viendo sus enormes virtudes, que muchas veces están muy por encima de su adhesión a nuestros principios o su similitud con nuestros gustos, contribuiría a alcanzar un estado de plenitud tremendamente placentero.

Por la reflexión que planteo en esta entrada, animo a la gente a tratar de rodearse de personas claramente inspiradoras, a cuidar a quien realmente esté a su lado o, incluso, de personas a las que puedan admirar y apreciar de verdad. Buscar compañía de quien quiere exactamente lo mismo que nosotros puede ser una solución temporal que satisfaga deseos concretos, pero a largo plazo puede incluso provocar intensos dolores al descubrir que sólo había en común un punto concreto en el que estábamos de acuerdo y no habíamos visto todo lo demás. Además, las visiones discrepantes o divergentes pueden hacernos madurar y ver perspectivas que no nos habíamos planteado y, en ocasiones, acercarnos a personas que realmente merezcan la pena, mucho más allá de esas primeras impresiones que pueden resultar, cuando menos, engañosas, amén de abrirnos a mundos inexplorados que nos harán mucho más sabios.

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