Vocaciones, empleabilidad y reconocimiento.

 En días como hoy, cuando la lluvia arrecia por la ventana, terminan las vacaciones y te decides a acumular fuerzas para empezar un trimestre para el que las vas a necesitar, de repente descubres cosas que vienen a ser la pieza que te faltaba encajar para completar el puzle. Este blog se hallaba algo abandonado por el exceso de trabajo y, a su vez, por la falta de ideas claras y motivación para añadir algo nuevo, pero hoy ha ocurrido de la manera más inesperada.

En el poco tiempo que dedico a ver la televisión a la manera tradicional -es decir, a través del cable que la conecta a la antena exterior-, me he topado con una serie de reportajes sobre el proceso de fabricación de coches que me ha mantenido enganchado durante algo más de 3 horas. He de decir que, si bien estos reportajes son algo hipnóticos, el mundo de la automoción siempre me ha resultado muy atractivo. Pero no es de ésto de lo que venía a hablar, si no de la revelación sobre la importancia de todos y cada uno de los elementos humanos que forman parte de la cadena de montaje -amén de los medios mecánicos, electrónicos y robóticos que completan las tareas-. 

Por resumir, en una empresa de automoción hay lo que hoy en día se viene llamando un CEO que, junto al consejo de administración, vienen a ser las cabezas pensantes que trazan una estrategia en función de las necesidades que creen detectar en los consumidores -entre otras muchas funciones-, unos ingenieros que trasladan al papel todo lo que los anteriores determinan, otros tantos que crean el proceso de producción del vehículo con toda la maquinaria necesaria, unos operarios que se encargan -cada uno con su especialización- de pequeñas tareas imprescindibles para conseguir el objetivo final, inspectores que supervisan todo el proceso en sus diferentes fases, un equipo de marketing que diseña la estrategia para que los potenciales compradores conozcan las bondades del producto y, cómo no mencionar al personal de limpieza, cocina y servicios varios complementarios absolutamente necesarios para que todo funcione con normalidad.

En la anterior enumeración, hecha sin ningún tipo de documentación, rigor, ni criterio fundamentado, seguramente me olvidaré de montones de personas que contribuyen a que esa pequeña sociedad conformada en torno a la producción de un tipo de bienes muy concretos funcione como un reloj suizo de los antiguos, es decir, mecánico. Ésta última analogía me parece importante dado que, con la democratización de la tecnología cada vez olvidamos más el funcionamiento de las cosas mecánicas y damos por hecho que todo funciona "porque sí". A menudo olvidamos que para que podamos disfrutar de un vídeo de TikTok en el que alguien sin oficio ni beneficio hace la última estupidez viral de moda, hay un montón de tecnología y procesos tremendamente complejos e incomprensibles para la gran mayoría de la población que lo hacen posible. 

https://www.autopista.es/noticias-motor/asi-se-fabrica-un-coche-todas-las-fases_145095_102.html

Con lo que expongo anteriormente quiero hacer patente que en lo que algunos han dado en llamar "sociedad líquida" en la que vivimos actualmente, corremos el grave riesgo de varias cosas. Por un lado, olvidar que la gente, dada la naturaleza curiosa del ser humano, puede mostrar interés en materias absolutamente diversas y, a la postre, interesantes e incluso imprescindibles para la sociedad en general. Por otro lado, los modelos de supuesto éxito, ya sea éste empresarial, artístico, financiero o, directamente relacionado con la estupidez en las redes sociales, pueden -y lo están haciendo- ahogar vocaciones fundamentales para que la especie siga, sino evolucionando, al menos manteniéndose ¿Para qué va alguien a malvivir gastando su vida encerrada/o en un laboratorio investigando la cura de alguna enfermedad si puedes forrarte minando criptomonedas y/o haciendo el idiota en Instagram?

Hay algunas personas que me rodean que son verdaderos ejemplos de todo lo contrario y aún siguen la cultura del esfuerzo para conseguir un sueño relacionado con su vocación. Todavía hay quien está dispuesta/o a sacrificar su vida, sin garantías de éxito, para convertirse en lo que desean, mucho más allá de la cantidad de dinero que vayan a ganar o del reconocimiento que vayan a obtener con ello. Vaya por delante mi gran admiración incondicional hacia esas personas (seguramente alguna me leerá y se reconocerá).

En conversaciones que a veces mantengo con diversos círculos, con frecuencia aparece el tema de cómo estamos olvidando las habilidades más tradicionales -sean éstas encender un fuego, arreglar o crear cualquier utensilio, coser y hasta cocinar-. Esto puede llegar a crear una sociedad en la que la desaparición de los saberes más básicos nos pueda conducir a la autodestrucción. Quizás "Matrix" no sea que las máquinas nos acaben dominando, sino que llegue un momento en el que ya nadie sepa ni siquiera arreglar las que tenemos y nadie quiera hacer esos trabajos difíciles o desagradables que no te van a hacer "interesante".

Por ello, desglosando el título de la entrada, planteo que trabajemos mucho más, sobre todo desde la educación y los medios de comunicación en fomentar y descubrir las vocaciones de nuestras y nuestros jóvenes, sean éstas las que sean ya que, como decía anteriormente, todavía hay mucha gente que se dedicaría a algo que no le reportaría enormes beneficios sólo por curiosidad, vocación de servicio a la sociedad e incluso por herencia. Pensemos que la empleabilidad no debe medirse sólo en términos de salidas laborales o remuneración, sino de necesidades de la sociedad. Empieza a ser patente la falta de profesionales en cosas tan básicas como la sanidad o, incluso, la agricultura y la ganadería -alguno piensa que los alimentos se fabrican en una cadena de montaje en la que "vaya usted a saber" quién trabaja-. Y, por supuesto, el reconocimiento. Solemos olvidar y menospreciar esos trabajos tan básicos como los relacionados con la limpieza. Los que tenemos profesiones artísticas sabemos de sobra la importancia de ese personal sin cuya contribución todo lo que ocurre en el escenario sería imposible, y casi nunca se les ve ni se les agradece suficiente su labor.

Reconsideremos nuestra sociedad y sus valores, o el futuro será mucho más difícil de lo que lo imaginamos.

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