Liderazgos

Hace unos cuantos años, en mi centro de trabajo, llevamos a cabo un proyecto de mejora. Dicho proyecto ayudó a que cada uno se plantease la famosa frase de no te preguntes qué puede hacer "tu centro" por ti, si no qué puedes hacer tú "por tu centro" -obviamente he sustituido la palabra país por centro respecto a la original-. Una de las preguntas que no entendía muy bien era la relacionada con las conductas de liderazgo. Consultando a qué se refería me aclaraban que no era que hubiera líderes, sino que cada uno fuera líder dentro de lo que es su labor. He de reconocer que seguía sin comprender qué quería decir eso exactamente, pero como muchas grandes cuestiones, analizando durante los años tu entorno, puedes llegar a profundizar mucho en lo que significan todas estas cuestiones.

El otro día, mientras dirigía un conjunto de varios alumnos, dada la labor pedagógica que debe guiar este tipo de ensayos, se me ocurrió hablar de esto intentando solucionar un pequeño problema de tempo. Para que todo el mundo pueda entenderlo, durante la pieza se perdía algo del pulso con el que habíamos empezado. Para trabajar el problema se me ocurrió hablar de cómo cada uno de ellos podía contribuir a la solución. Si cada uno mantiene su sensación de tempo interna -os invito a leer otra entrada de mi blog titulada Tempo-, sería más fácil mantenerlo estable. Con esto quiero decir que, como desde pequeños nos han enseñado a escuchar a nuestros compañeros, a menudo nos quedamos esperando a lo que hacen ellos y entonces reaccionamos.

El problema se produce cuando no somos tan rápidos como para actuar ipso facto en consecuencia. Por tanto, se va produciendo un pequeño retardo en cada intervención que redunda en una caída importante del tempo. Algo similar puede ocurrir con aspectos como la dinámica. Si tenemos que conseguir que el conjunto suene piano -suave-, debemos empezar por hacer nosotros el mayor y mejor piano del que seamos capaces. Algo que suele ocurrir es que, como las dinámicas son "relativas", tocamos menos piano o más lento porque los demás lo están haciendo, sin darnos cuenta de que todos están haciendo exactamente lo mismo y al final la interpretación termina siendo, cuando menos, inexacta justo porque nadie está intentando mejorar al conjunto desde su pequeña parcela.

Y después de esta especie de lección de música, que espero que todo el mundo pueda entender, podemos extrapolar la conducta individual de cada músico a cualquier otro aspecto de la vida. Por poner un ejemplo fácilmente entendible, ya sea en la administración o en la empresa privada, en muchas ocasiones esperamos a lo que hagan nuestros compañeros para empezar a realizar nuestro trabajo y hacer algo en relación con lo que el anterior ha hecho. Además, tampoco solemos cuestionar la calidad del trabajo o, si lo hacemos, tratamos de no hacer nada demasiado diferente para no destacar. No se trata de poner en evidencia a nadie, pero si podemos conseguir mejorar al conjunto, ayudaremos a su vez a que las otras personas se sientan motivadas a hacer su trabajo con mayor y mejor dedicación.

En definitiva, animo a cualquiera a tratar siempre de dar lo mejor de sí mismo. Solamente cuando cada uno se hace responsable de su pequeña parcela y trata de hacerla lo mejor posible, intentando mejorar al grupo independientemente de lo que hagan los demás, y cada uno hace lo mismo, observaremos que el resultado final es mucho mejor. No solo es una cuestión de resultados, sino de ambiente de trabajo. Cuando cada individuo rema en la misma dirección, el barco avanza con mayor facilidad. No se trata de que uno haga lo que no sabe, sino de que haga lo que sabe a su máximo nivel. Y, por supuesto, empezar a olvidarse de la tradicional estructura en la que un líder es como una mula que va tirando de todos. Cada uno somos esa importantísima pieza de un conjunto que funciona gracias al liderazgo de cada uno para con su labor.



Comentarios

Entradas populares