Certidumbre y felicidad

Aparentemente pueden ser dos vocablos inconexos, o justamente todo lo contrario. Sólo con hacer el planteamiento podríamos dejar que cada uno hiciera su propia disertación acerca de la relación entre un estado de felicidad relativa y la certidumbre de las cosas. Lo que yo voy a intentar es hacer una relación, por supuesto incompleta sobre algunas de las posibles conexiones que veo y por qué creo que tienen una estrecha relación estas dos palabras de tan diferente uso.

Alameda del Parral, Segovia
En un breve paseo por una de las zonas más hermosas de Segovia me planteaba cuántas cosas sé y la ingente e inabarcable cantidad de temas sobre los que no tengo ni idea. Obviamente llegué a la conclusión de que, de "esas cosas de las que sé", en realidad mi conocimiento se limita a una parcela muy pequeñita de todo lo que se puede conocer sobre una determinada materia. La honestidad con uno mismo no puede llevarte a una conclusión muy diferente. Es entonces cuando, si focalizas tu atención en algo concreto, empiezas a hacerte mil preguntas. En ese momento reflexioné sobre el verdadero significado de esas preguntas y cómo este estado de duda constante puede afectar a nuestra felicidad.


Vivimos rodeados de mensajes positivos, en calendarios, agendas y hasta en nuestras tazas de desayuno. Esos mensajes motivadores tratan de aportar un punto de vista muy curioso, ya que algunos nos invitan a salir de nuestra zona de confort, a ampliar nuestros espacios cotidianos y a ver la vida con otros ojos, pero en ese empeño de hacer nuestra vida mejor, lo que en realidad buscamos es estar seguros de nosotros mismos y tener siempre un mensaje con el que responder a lo que acontece. Estos mensajes nos aportan, precisamente, certidumbre. En parte hacen que no nos sintamos solos, sino amparados por la sabiduría que hemos adquirido de esa persona "pseudo-filósofa" que se dedica a dirigir a millones de personas a través de sus reflexiones -que tan pingües beneficios les aportan-. Tal vez la falta de seguridad en nosotros mismos nos lleva a buscar respuestas en otros que, a menudo, simplemente han encontrado una forma de rentabilizar vagas y simplistas reflexiones.

http://www.cosmosup.com/big-disappointment-cosmic-inflation-theory-is-wrong/
¿Y si la verdadera felicidad estuviera en no tener exactamente claro absolutamente nada? Cuando tenemos la mesilla llena de libros interesantes para leer y, por más que dedicamos un rato a la lectura todas las noches, no damos abasto y todavía hay gente recomendándote u ofreciéndote un libro genial-; cuando nuestra lista de películas por ver no hace sino aumentar; revisas tu agenda -con o sin mensajes de psicología "barata"- y en la sección de proyectos por llevar a cabo no tienes hueco para ninguna entrada más; tu espíritu, tu alma, tu intelecto se encuentran llenos de preguntas por responder, de inquietudes, de cosas que quieres saber y hacer. A menudo conoces personas nuevas que te abren otros campos de conocimiento y te encantaría saber más sobre ello y sobre ellas. Etcétera. Cuando te encuentras en esta situación, te observas y no es que estés en un estado de felicidad plena, pero sientes que te mueves por dentro, que tu cerebro, ávido de recibir nuevos saberes, está en un estado de activación que provoca la segregación de endorfinas, dopaminas, adrenalina y serotonina -entre otras-.


Como comentaba Eduard Punset en varios de sus libros, "la felicidad está en la sala de espera de la felicidad". Uniendo todo lo anterior y conectándolo con esta frase, quizás una vida plena es aquella en la que, aunque la meta final pueda vislumbrarse en el conocimiento y la seguridad que da la certeza sobre las cosas, quizás lo que nos haga sentir mejor sea el estado constante de incertidumbre en el cual las nuevas metas sean un leitmotiv en nuestra vida. Dejar de plantearse preguntas y/o creer que ya sabemos lo suficiente sobre cualquier materia -artística, sociológica, política, médica...- probablemente sea una especie de muerte en vida que nos lleve a estados, digamos, de escasa felicidad. Difícil resulta encontrar ejemplos de investigadores que dejen su actividad cuando hallan la respuesta a un problema concreto. Como el universo -en la teoría inflacionaria-, el conocimiento está en continua expansión y, sólo contribuyendo con preguntas seremos mentes inquietas que aportaremos nuestro granito de arena a hacer de este mundo un lugar un poco más feliz.

RMR



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