Competitividad

Hace tiempo que quiero escribir sobre este tema y esta mañana, escuchando a un dirigente político catalán, me dio la excusa perfecta para empezar a hacerlo. En su argumentación comentaba que en algunos momentos su comunidad autónoma había sido la número uno en inversión, que en no se qué fechas había bajado varios puestos, que en la actualidad estaba aún peor y que, si la tendencia continuaba, no tardaría en acabar la última. Como argumentario político me parece lícito. Ahora bien, creo que si se profundiza algo en la cuestión se puede llegar a reflexiones más profundas y preocupantes que se nos han ido inculcando desde que somos niños, y con más ahínco desde que el capitalismo marca los destinos de nuestras sociedades.

Es obvio que para que exista un número uno tiene que haber un número dos, un tres, un cuatro, y así sucesivamente hasta el último. Igual que escribía en una entrada anterior (Frustraciones), resulta imposible un mundo en el que todos ocupen el primer lugar. Eso es algo que no nos enseñan. Utilizar los datos para fomentar una competitividad mal entendida es siempre perjudicial y muy peligroso. Si esta cuestión se utilizase comparándose con uno mismo para tratar de mejorar y no en comparación con los demás, es probable que construyéramos un mundo bastante más justo. Y no sólo eso, si no que posiblemente entre todos nos pudiéramos ayudar a mejorar, y no hace falta reseñar que eso beneficia a la inmensísima mayoría.

Por otro lado, todos los términos económicos que parece que tenemos que dominar, nos hablan continuamente de crecimiento. En lo que respecta a la inversión, creo que también es algo mal entendido. Pongamos por ejemplo una economía familiar. En ese contexto se invierte en vivienda, en un vehículo, incluso en los estudios de los hijos ¿Alguien se imagina que, una vez cubiertas las necesidades básicas, la familia se siguiera endeudando para mantener, e incluso incrementar el nivel de inversión? Seguro que hay muchos economistas que dirían que mis argumentaciones son falaces, pero si trasladáramos la economía familiar al contexto macroeconómico, quizás obtendríamos resultados, cuando menos, más lógicos. Desde que los porcentajes de inversión -y el incremento de los mismos- pasan a formar parte de los "buenos" datos de un ayuntamiento, comunidad o gobierno central, no han hecho más que aumentar las deudas, sin que nadie se plantee si en algún momento se van a poder pagar.

Por todo ello, me gustaría lanzar la reflexión de si es necesario estar compitiendo continuamente los unos con los otros, y más aún cuando esa competitividad se basa casi únicamente en cifras, en su gran mayoría relacionadas con el mundo económico ¿Acaso no hay otro parámetros como el bienestar, la felicidad y/o conceptos como la innovación? Algunas de estas cuestiones son difícilmente cuantificables, y quizás es por ello que resulta más sencillo apelar a algo a lo que nos podamos agarrar con facilidad porque está expresado en cifras y eso todo el mundo lo entiende. Pero cuando observamos que después de décadas aplicando esta metodología hay un alto porcentaje -y aquí sí me remito a cifras- de población mundial que vive con serios problemas, y muchos de ellos no viven en remotos países desfavorecidos. También cabría reseñar que cuando nos inundan con noticias y datos que no nos dejan ver esas crudas realidades, que básicamente son fruto de ésta forma de hacer las cosas, nos confunden para que no veamos lo que se oculta detrás.

Y para cerrar esta entrada de mi blog, una vez más me gustaría exponer que, desde mi humilde punto de vista, todo este movimiento continuamente inflaccionista nos está cegando tanto que no nos damos cuenta del daño que provoca a nuestro entorno medioambiental. Ojalá se viera a algún político en un mitín o debate electoral presumir de que su comunidad o país es el numero uno en su lucha contra el cambio climático. Pero ese tipo de batallas parecen no importar porque, a pesar de ser demostrables en cifras atacan a esa economía que tienen creada entre unos pocos y que nos asfixia. También escribí en otra entrada (Un reto apasionante) sobre lo interesante de afrontar el problema climático, e incluso las oportunidades económicas y de negocio que se podrían abrir a éste respecto. Pero los grandes medios, a menudo financiados por quienes están interesados es que compitamos los unos con los otros para seguir manejándonos, nos marean con cifras que ni entendemos ni nos afectan. Y por todo ello, cierro con la conclusión de que, mejor dedicarse a mejorarse a uno mismo como persona, a mejorar su entorno, y no dejarse llevar por esa marea competitiva que tan infelices hace a muchas personas.


Comentarios

Entradas populares