Egoísmo y altruísmo

Hoy quería compartir con vosotros una reflexión que ronda mi cabeza de manera recurrente y que me parece que puede ser interesante. La vida en general se basa en pequeñas contradicciones, lo cual en esencia es enriquecedor, ya que estas mismas pueden ser complementarias entre sí. Y no sólo eso, sino que puede hasta darse el caso de que eso puntos opuestos estén mucho más cerca de lo que pensamos. En mi afán de darle la vuelta a las cosas, lo que a veces puede tomarse como un ejercicio de abogacía en favor del diablo, suelo encontrar preguntas cuya respuesta, muy lejos de ser definitiva, nos puede cambiar completamente el concepto de las cosas. Por supuesto, considero que la simple aparición de la duda ya supone un avance y encontrar la respuesta probablemente sea un freno en nuestro desarrollo. Como los estados de la materia en los principios de la mecánica cuántica, las respuestas pueden ser antagónicas y válidas al mismo tiempo.

Y ahondando un poco en lo que me trae hoy hasta aquí, la pregunta a lanzar podría ser: ¿Debemos ser egoístas o altruistas? Para mí, antes de empezar a matizar, es clara: debemos ser muy egoístas. Claro, dicho de esta manera, y si alguien saca de contexto mis palabras encontrará un motivo para acusarme de cualquier barbaridad. Por ello, es interesante leer las reflexiones que planteo a continuación. Otras preguntas complementarias podrían ser: ¿Cuál es la esencia del egoísmo y del altruismo? ¿Qué es lo verdaderamente importante para un persona? ¿Dónde está el beneficio obtenido? y ¿Cuál es el bien aportado a los demás? Si pensamos sobre las posibles respuestas a estas preguntas quizás encontramos esa dicotomía que se plantea, así como el complemento entre ellas.

Creo que todos podemos estar de acuerdo en que lo que realmente toda persona persigue es el bienestar personal. Ese bienestar se divide en dos puntos importantes: el bienestar físico y el bienestar emocional. Los dos son fundamentales, pero en general todos preferimos el bienestar emocional. Poco gana una persona estando "como un toro" si su ánimo está por los suelos, su motivación es inexistente y su carácter es un desastre. Son numerosas las personas que han superado terribles secuelas físicas de accidentes o enfermedades a base de un estado de ánimo y una personalidad realmente fuertes. Entonces: ¿Cuál es una de esas cosas hace que nuestro estado emocional sea positivo? Por supuesto, nuevamente se plantean múltiples respuestas. No obstante, si nos fijamos en algunos estudios y en nuestras experiencias personales, cuando hacemos algo por los demás, nuestro interior se encuentra fortalecido y tenemos una sensación de bienestar y del deber cumplido bastante satisfactoria.

Como he comentado antes, a modo de ejemplo, algunos estudios demuestran que la satisfacción de regalar algo a alguien es mayor que cuando recibimos un regalo de otra persona. Todo el tiempo invertido en pensar en esa persona para obsequiarle adecuadamente, el momento en el que descubre la sorpresa y sus muestras de agradecimiento nos hacen segregar un montón de hormonas relacionadas con el placer. Igual que en el caso de los regalos, cuando realizamos una acción que supone ayudar al prójimo, apoyarle, escucharle, facilitarle las cosas, etcétera, obtenemos a cambio una satisfacción importante. Por supuesto, esto tiene menos efecto cuando nuestra propia mente está pensando en la recompensa, lo cual anula parte de los efectos. Hacer cosas buenas sin esperar nada a cambio nos sienta bien. Si no, imaginaos a un médico en una situación de emergencia ayudando a las personas en problemas pensando en la medalla al mérito civil que le concederán. No creo que esa situación se haya dado nunca, ya que actúa por pura vocación, empatía y para poner todo su conocimiento al servicio del bien común.

Dicho todo lo anterior, en esa búsqueda egoísta del bienestar individual, qué mejor manera de conseguirlo que aportando a los demás de manera altruista. En ocasiones renunciamos a esto porque pensamos que no nos lo van a agradecer, que para que otro se beneficie mejor no lo hago o que es algo que tú vas a hacer mientras otro está sentado tranquilamente en el sofá. Y claro, eso al final nos causa una sensación de frustración, como por ejemplo cuando se consigue un éxito colectivo a pesar de nuestra nula aportación. En ese momento siempre intentamos encontrar la parte negativa de ese éxito para intentar reconfortarnos, pero es un manifiesto engaño a nosotros mismos. Creo que siempre es más importante formar parte de las cosas que verlas desde la barrera. Mejor ser parte de un error por haberlo intentado, que no ser parte del éxito. Y por eso os doy este consejo: sed más egoístas y buscad vuestro bienestar de la mejor manera posible. Y esa manera no es otra que ayudando a los demás en todo aquello en lo que podáis (obviamente sin caer en la temeridad de la ignorancia). Creo que si todos aplicáramos un poco esta teoría, empezaríamos a estar más cerca de crear un mundo mejor.

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