Inatentos

Resulta sorprendente ver cómo a lo largo de la vida las personas no dejamos de aprender cosas. Lo que digo parece obvio, pero puedo asegurar que, aunque uno haya leído mucho sobre un tema, se haya implicado en él y trate de tener la mayor cantidad de conocimientos posibles, siempre aparecen cosas nuevas. Esto me parece fascinante y creo que es la base para que el mundo mejore progresivamente. Si en algún momento dejáramos de aprender deberíamos preocuparnos seriamente. Y lo más importante de esta pequeña reflexión, es que no hace falta acudir a grandes centros del saber, leer las fuentes más documentadas ni recurrir a los grandes sabios. El día a día nos dotará de montones de conocimientos que, si estamos abiertos a ellos, nos motivarán a reflexionar y a aprender un sinfín de cosas nuevas sobre el mundo que nos rodea y, cómo no, sobre nuestros semejantes.

El párrafo anterior viene motivado por el descubrimiento de un nuevo vocablo: inatento. Lo aprendí en el transcurso de una conversación con la madre de un alumno. Hace ya varios años que trabajo con un alumno diagnosticado de TDAH (trastorno de déficit de atención con hiperactividad). Este año he comenzado a trabajar con otro alumno también diagnosticado de la misma forma. Cuando hablo con diversas personas implicadas en la educación de estos chicos, surgen varios "problemas" relacionados, básicamente, con su forma de estar en clase. Cuando pienso sobre ello, mi pregunta es ¿Cuántos de los alumnos "normales" sufren también inconvenientes similares? Entonces es cuando se desmonta toda la teoría de que estos alumnos tengan graves problemas en su aprendizaje, máxime cuando los resultados finales son similares e incluso superiores a los de la media.

Al reflexionar y exponer mi experiencia individual y personal con estos alumnos, por supuesto que son especiales, pero tan especiales como son todos y cada uno de mis alumnos. Cada uno de ellos requiere una atención específica en función de sus aptitudes y actitudes. Es por ello, que aún no he encontrado dónde está ese gran problema del que tanto se habla. He de puntualizar que mis clases son individuales, por lo que ruego disculpas si alguien piensa que pongo en tela de juicio su profesionalidad; está claro que por el carácter y la especificidad de mis clases juego con una clara ventaja. Pero considero también importante indicar que no he tenido que hacer adaptación curricular que vaya más allá de lo que es necesario para cualquier otro alumno.

 Por ahora estoy limitándome a hacer una exposición de hechos. Y al exponer tales hechos lo que quiero plantear son algunas reflexiones. También quiero señalar antes de ello, que estos alumnos llevan un supuesto seguimiento médico acompañado de las correspondientes medicaciones para que su nivel de atención mejore. Y dicho todo esto, me planteo si, en lugar de pensar en diagnósticos, trastornos, pastillas, sustancias que el organismo no segrega de manera natural, etcétera, no nos estaremos olvidando de que quizás todo esto es un método más para hacer tragar a nuestros alumnos conocimientos que ni les interesan ni son realmente útiles en su día a día. Sin querer meter el dedo en la llaga, quizás también deberíamos centrarnos en la forma de contar tales conocimientos. Francamente, me aterroriza pensar que un chico se tiene que tomar una pastilla para prestarme atención.

Todo esto se refuerza cuando nos damos cuenta de que en realidad sí existen cosas a las que los chicos prestan atención, en ocasiones en demasía. Eso demuestra que hay cosas que les interesan. Por tanto: ¿Por qué no plantearnos si debemos contarles otras cosas? Cuando miramos atrás, es increíble constatar que casi ninguno hemos sido un alumno modelo. Si queremos que se interesen por lo que les contamos, debemos plantearnos qué es lo que de verdad les gusta y les interesa, y conectar con su mundo buscando los medios en los que ellos se mueven y dominan. Y con esto me postulo radicalmente en contra de las últimas declaraciones de nuestro lúcido ministro que decía que los chicos deben estudiar algo que les emplee y no lo que les gusta. En mi opinión, esto no crearía más que futuros puesto de trabajo ocupados por frustrados que no aman lo que hacen. Para reforzar esta reflexión, dejaré colgado un enlace a un vídeo que, aunque un poco largo, creo que merece mucho la pena ver.

Vídeo: Paradigma del sistema educativo.

RMR

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